viernes, 23 de noviembre de 2012

El cristo poeta de Abad Faciolince



en el encabezado de su artículo, «La bondad en una esquina», publicado en el malpensante, Héctor Abad Faciolince afirma que «Algunas veces el privilegio de escribir buena literatura se paga con un intenso dolor que acaba por convertirse en su motivación, su fuerza, su materia prima. Vista desde la acera, la novela inconclusa de Fernando Molano que será publicada en agosto por Planeta, constituye una desgarradora prueba de este axioma». Más que axioma, yo diría tautología. «Yo soy bueno, por tanto soy un verdadero artista» es la tautología que ha hecho naufragar tanto talento en la literatura colombiana. Valorar más el talento que el trabajo es lo que ha hecho de nuestros poetas unos eternos aspirantes a una especie de Rimbaud edulcorado que carece de las herramientas del oficio: su único equipaje intelectual es el dolor o, en contados casos, una «vida muy vivida»; raro estigma quimérico, mitad Rimbaud y mitad Agente 007.